Es bastante probable que en diversas situaciones, en las relaciones sociales (amigxs, pareja, familia, compañerxs de trabajo, jefxs), seamos conscientes de lo que DEBERÍA cambiar el otro, que permitiría o incluso facilitaría la relación.
Es preciso, cuando realizamos este análisis, no olvidar que la percepción de cada persona es diferente y que bueno, al final la configuración de la personalidad (comportamientos) de cada persona está influida por experiencias, educación y creencias.
Ahora bien, entender y/o comprender no significa tolerar ni aguantar, es preciso tener en cuenta, para que una relación funcione y tenga salud, aquello que es importante para las dos partes, algo que parece muy sencillo, pero en numerosas ocasiones, quizá no es tan fácil, probablemente derivado por dificultades en las habilidades sociales y/o por ideas irracionales que nos llevan a comportamientos que no son los más saludables para uno mismo y/o para los otrxs.
El motivo del cambio puede aparecer en la persona o no, puede que la estrategia que más solemos utilizar es decir lo que TIENE que hacer el otro, quizá algunas veces funcione, otras numerosas ocasiones probablemente no, ya que podría tratarse de algo más profundo.
Existen habilidades sociales que podrían promover el cambio en el otrx, pero no siempre funcionan, ya que la idea de cambio de conducta debe QUERER llevarla a cabo la otra persona, si esto no ocurriera, existen herramientas que podríamos utilizar para conservar nuestro bienestar de la mejor manera posible.
Una de ellas sería utilizar la técnica de SOLUCIÓN DE PROBLEMAS, tratando de valorar todas las opciones posibles (aunque existan algunas que no haríamos nunca) y después ir probando.
Otra estrategia sería el establecimiento de LÍMITES, que quizá es algo que el otrx no esté respetando, pero por suerte podríamos utilizar técnicas que nos ayudarían a mantener ese LÍMITE. Algunas de estas son: disco rayado (tratando de repetir una y otra vez que es lo que queremos o necesitamos), tiempo fuera (marchándonos del lugar si la otra persona está teniendo un comportamiento agresivo), entre otras.
Es real y preciso que para que las relaciones sociales funcionen, se ponga esfuerzo desde las dos partes, en ocasiones es así y esto facilita la interacción, pero a veces no lo es, y es preciso utilizar estrategias para que nuestro daño sea el menor posible, sabiendo que queremos y estableciendo nuestros límites.
Pensar que el otro DEBERÍA cambiar su comportamiento, sin hacer nada, nos mantendrá en una postura de sufrimiento e indefensión, podría ser bueno valorar opciones y ver que posibilidades reales existen de llevar a cabo una solución.
Cualquier situación de este tipo, por la que pudieras estar experimentando malestar, puedes tratarla con el profesional adecuado, te ayudará a alcanzar tus objetivos y mejorar tu bienestar emocional.
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