La responsabilidad la apreciamos en una persona de manera frecuente, cuando cumple horarios, cuando entrega sus tareas, cuando cumple los objetivos que se establece, cuando cumple su palabra, cuando resuelve situaciones cotidianas de manera independiente o cuando va al médico si está enferm@.
Sin embargo el grado de responsabilidad cuándo hacemos daño a otra persona (voluntaria o involuntariamente) o nos hacemos a nosotros mismos, no es tan visible ni está tan adquirido, como ocuparse de tareas o cuidar mi salud física, de hecho podríamos dar explicaciones POCO RESPONSABLES y actuar también de manera POCO RESPONSABLE.
Si algo nos duele emocionalmente de manera frecuente y no salimos de ese malestar, un pensamiento poco responsable sería: “ya se me pasará”, “el tiempo todo lo cura”, “esto son tonterías, si en realidad no me pasa nada”, “ que vergüenza, si le cuento esto a alguien”…
En el otro lado, podría estar el daño emocional que causamos a las personas importantes de nuestro alrededor, pensar de manera poco responsable en este caso sería: “que exagerad@ eres”, “eres un dramátic@”, “no te tienes que poner así”, “yo no te he hecho nada”, “yo soy así, no voy a cambiar”…
De manera general, nuestro comportamiento no siempre es adecuado ni hacía nosotros mismos, ni hacía los otros, si yo tengo un malestar o causo malestar a los otros, de manera frecuente, la forma de resolverlo no es EVITAR o HUIR, este comportamiento no solucionará el problema, lo postergará en el tiempo y lo complicará, pudiendo desarrollar otro tipo de problemas más graves, tanto hacía mi interior como hacía las personas de mi entorno.
¿Y tú eres RESPONSABLE?
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